sábado

Alma sin destino...


Una gota, otra gota, un camino hacia el suelo, un impacto directo, una mirada que no observa, una persona que posiblemente el frio no sienta; no hay mas sonido que el del liquido golpeando una y otra vez la superficie que  bajo él se deje envolver, ni siquiera sus pasos rompen tal momento del anochecer.
¿A dónde va? No lo sabe; perdió su norte una fría tarde y desde entonces solo recorre miles de calles. Muchos han inventado historias sobre su vida, su posible gloria, su errática marcha o su pena honda, sin embargo, nadie acierta ni a una insignificante parte de toda la crónica.

Todos la conocen, es hermosa sin duda alguna, pero hay algo que empaña su esbelta figura; quizá son sus lagrimas, quizá su poca cordura, tal vez su vestido blanco andrajoso y manchado o simplemente sea su mirada perdida acompañada siempre de un silencio que la ha hecho conocer como “Muda”.
Los niños la observan, las madres usan sus manos en ellos como vendas, horrorizadas de su existencia simplemente se alejan. En cambio, los padres u hombres, sin algún reparo, la miran de pies a cabeza, la devoran con la mirada y, algunos descarados, le gritan lo que entre sus piernas su imagen les crea.  Ella casi estoica e inexpresiva ni para observarlos voltea, simplemente camina misteriosa y hasta tétrica a un lugar que ni ella sabe dónde queda.

No le importa empaparse con una lluvia casi torrencial, tampoco le importa quemarse bajo un sol casi infernal. A ella no le importa nada desde aquel día que dejo de recordar.

Hasta por fantasma la han tomado, también por demonio que desde el tártaro ha sido enviado, pero qué es ella realmente, yo diría un alma que quedo encerrada en un cuerpo que ya no siente; aunque solo es otra hipótesis, otro cuento que ronda su misteriosa presencia, esa misma que por donde pasa deja una extraña y enigmática esencia.

Y es que esta noche, de nuevo, fue mi turno de verla, de seguirla de cerca, preguntándome cómo una mujer tan bella vaga en el mundo cargando seguramente una inmensa pena.

No me importa mojarme por ella, quiero seguir a ver si en algún momento frena, pero eso no pasa y mi marcha junto a ella se ve interferida por el dolor de mis piernas, no sé donde estoy, igual poco importa, ya que en pocos minutos saldrá de nuevo el sol y yo volveré a la monotonía de una vida quizá mas vacía que la de ella.

La veo a alejarse de mí y entonces justo cuando quiero dejar de insistir, giro mi cuerpo y siento que ella me regresa el gesto, volteo de nuevo pero al parecer solo fue mi imaginación jugando con una mente que muere por conocer a fondo a esa ‘demente’ como la llama mucha gente, porque quizá sea la otra cara de la moneda de mi vida y por eso a diario me confunden con ella sin descanso, hasta que lentamente les hablo y su miedo se esfuma como el tiempo de las noches que paso a su lado.