domingo

Peor que una hoja el viento

Desorientada, choqueada, perdida a la deriva… peor que una hoja al viento.

En mi cabeza nada encuentra inicio o fin, ni siquiera el intermedio. Todo gira sin girar y duele, y me consume y me duerme, pero nada cambia.

Mentiras… ¿Mentirosa?, ¿Quién es quién miente?... ¿A quién darle la espalda? ¿Cuándo volví a mentir?, ¿A mí, a ella… a quién? Y no lo recuerdo, aunque me esfuerzo. No, a ella no. ¿A mi tal ves? No, eso tampoco… entonces ¿A quién? Y si me mienten a mí…

No lo vi venir, ni siquiera supe que podía suceder. Quizá hace 10 meses, pero ahora… ahora… no, ahora no.

¿De qué hablaba?, ¿Mis palabras?, ¿Mis acciones? Pero yo qué hice. ¿Cuándo mentí?, ¿a quién engañé?, ¿cómo engañé?... ¡¿Qué pasó?!

¿Inmadurez? Si, por no tener fuerza para alejarme de ella, aunque nos hacíamos daño. Inmadura por quererla mientras me olvido a mí misma. Inmadura por hacerla el centro de mi mundo… Pero ahora…

¿Ahora qué? ¿Por qué soy inmadura? ¿Por qué las palabras cargadas de rencor? ¿Acaso volví a traicionar sin darme cuenta?... ¿Qué demonios es una traición? ¿Cómo le traicioné? ¿Yo qué hice? ¿Qué le hice para que no me quiera ni ver?

¿Tan mala soy?, pero… ¿por qué soy mala?

Padre, ¿Sabes por qué soy mala?, ¿Sabes qué hice?.... Padre, tú lo sabes, te lo he contado todo entre extensas llamadas colmadas de llanto. ¿En qué fallé?, ¿ahora qué hice? Necesito…

¿Qué necesito?  A ella… pero ya no quiere ni mi amistad. ¿Qué le hice?

¿Confundida?... pero no, no lo estoy. Estoy deprimida, así tenga los sentidos tan dormidos por lo que acaba de ocurrir, sé que algo dentro de mí hizo “Crash, Crick” o como quiera que suene  algo que se rompe. Solo se rompió, un poco más que antes, un poco más que cuando me restregaba en la cara ese momento, un poco más cuando me decía que me odiaba, un poco más que cuando me golpeaba en sueños y me insultaba, un poco más que sus “ve y corre a sus brazos”, un poco más que sus “aléjate de mí”, un poco más que todo lo que me había dicho o hecho antes, un poco más que todo lo demás. Un poco más que siempre, lo suficiente para que ni las lágrimas quieran salir.

 ¿Qué siente ella?, ¿qué piensa ella?

¡Basta!

Pero no puedo… No puedo dejar de pensar en lo mismo: ¿Qué hice?

Y han pasado cerca de 2 horas o quizá menos, no lo sé., pero nada cambia. La misma pregunta, los mismos sentimientos, la misma confusión, la misma sensación… Estoy perdida a la deriva peor que una hoja al viento.