miércoles

Soy como soy (Versión 2014)



Soy melancólica, egocentrista, egoísta, loca, con instinto asesino, vengativa, antisocial, narcisista, con un orgullo casi inquebrantable, me gasto un genio de los mil demonios, mi paciencia tiene un límite en ocasiones fácil de alcanzar (así que no hay que tentar a la suerte), no me gustan mucho los animales (menos si son mascotas de dos patas). Sigo sufriendo de insomnio, duermo poco y como igual de poco, deje de hacer ejercicio y empecé a tener malos vicios. Cuando ando susceptible cualquier cosa me puede poner a llorar como niña de 5 años. Puedo ser muy fría si me lo propongo o si se lo buscan. Soy fiel creyente del refrán que dice: “el que busca encuentra”; si mi paciencia alcanza su límite no soy dada a quedarme con las manos cruzadas a ver como resulta todo.

Mi autoestima es relativa, mis estados de ánimo igual. No me despego de mi computador o mi celular y siempre los llevo con contraseña, para evitar líos… Suelo hablar solo lo que considero necesario. Vivo con una máscara que muy pocos han logrado quitar y mantener así, los otros tantos solo ven lo que quiero que vean. Me considero demasiado inmadura además de en exceso bipolar. Amo a mi familia aunque a veces los quiera enviar a freír espárragos.

Soy un caos en el amor, mis relaciones no suelen durar mucho (90% de los casos por mi culpa). Dos posibilidades: no los entiendo  y ellos no me entienden. O, sencillamente, en algún punto yo quiero, tengo, o lo que sea, pero hago algo que lo jode todo… Al final un problema en común es que no soy buena para decir muchas cosas en voz alta y  nadie sabe leer mentes ¿verdad?

Si alguien que quiero logra hacer que mi orgullo se anteponga, suelo ser otra persona y éste toma el poder de la palabra.  Esto va muy estrechamente relacionado con mis límites. Doy todo por aquellos que tienen un espacio en mi corazón (amigos o familia). No se odiar a alguien, pero puedo cobrarme muy bien las ofensas.  

No me agrada recibir órdenes y detesto las injusticias. Me molestan las personas superficiales y aquellas que hablan mal de otras a sus espaldas, más si esa “otra persona” soy yo o alguien a quien aprecio. Detesto la hipocresía, es de las pocas cosas que pueden sacarme fácilmente de mis casillas. Aunque tengo una gran habilidad y facilidad para mentir.

Prefiero la soledad con un buen libro y una cerveza, antes que la multitud y sus “atributos”. Suelo ser cayada y digo solo lo que considero necesario o estoy muy segura de ello. Evito, en la medida de lo posible, llamar la atención. Me importa un bledo el “qué dirán” y suelo hacer lo que considere adecuado en el momento así a todos les resulte poco ortodoxo, antimoral, vil o cualquier cosa.

Me agrada escuchar música fuerte o el silencio bajo la luz de la luna. Leer algo interesante y envolvente, jugar videojuegos en cualquier consola, ver anime o tirarme al pasto a ver el cielo. Físicamente me agradan mis ojos, la forma de mi boca y mi abdomen. No me importa el físico de mi pareja, aunque tiendo a buscar personas a las que les agrade cuidarse. Soy homosexual declarada, aunque quizá si exista alguien que me regrese al camino del “bien”.

Me gusta mirar a los ojos, besar en el cuello y brindar caricias delicadas; pero también me encantan los encuentros salvajes, los arañazos y la fuerza. Adoro la diversidad y me considero bastante fetichista. Me desagrada la monotonía y la poca creatividad. Según las personas que he besado, entre otras cosas, lo hago bien. Prefiero brindar placer antes de recibirlo, aunque nunca esta demás dejarse consentir un rato.

Sentimentalmente me atraen personas mayores, generalmente. Me gusta que sean románticos y me digan las cosas. Me encanta que se midan a hacer locuras conmigo pero que también piensen en lo que les conviene para el futuro. Odio que me limiten y me crean de su propiedad, aunque me encantan ciertos arranques de celos (pero muy de vez en cuando). No me gusta que me pidan explicaciones o trasgredan mi privacidad (hasta en los matrimonios más fuertes hay un espacio que le pertenece únicamente a cada cual). Me matan las sorpresas o los detalles sin motivo, además me vuelve loca la coquetería; ese continúo enamoramiento…

Suelo tener muy pocas cosas claras y cambiar rápidamente de parecer. Soy descomplicada en casi todo aspecto de mi vida, exceptuando mis estudios. Suelo dejar pasar muchas cosas, de forma intencional o no.

Me exasperan las paredes vacías y las conversaciones repetitivas. Me aterra la oscuridad pero amo la noche. Me cuesta superar cierta clase de daños, principalmente los que involucran dejarme de lado como si no significara nada - con eso tienen para que mi orgullo salga a flote, mi personalidad de un giro de 180 grados y comiencen a dejar de importarme -.

Suelo armarme películas con facilidad, pero también suelo ir en pro de la versión real – o esa que te dicen lo es -. Prefiero descubrir las cosas que me duelen y sacarme la espinita del pecho, antes que darle tiempo al tiempo. No me agrada que me toquen el ombligo, generalmente.

Por último, me gusta mirar todo desde todas las perspectivas posibles, sacar conclusiones por mí misma. No tener que depender de otros y no deberle nada a nadie (desde hace un par de días me empezó a importar poco el medio por el que pague). Odio las respuestas como un “no sé”, “olvídalo”, “porque si”, “porque no”, etc.; logran exasperarme con una facilidad increíble. Suelo hacer verdad las palabras hirientes que las personas que aprecio dicen de mí, es mi forma de no hacerlos ver como unos ‘mentiros’… Además si tienen esa concepción… por algo será, así que mejor explotar el ‘potencial’. Y… Recientemente descubrí que en la vida hay que vivir de todo, pues lo importante es vivir.


Amor...

(Fecha aproximada Marzo 18 de 2011)

El amor puede reconocer varios tipos de experiencias dependiendo de la persona u objeto a quien va dirigido. Este sentimiento se basa en dar incondicionalmente si es verdadero y sincero. Pero entonces nos preguntamos ¿Cuál es el amor que  se puede considerar verdadero y sincero? ¿Acaso realmente existe este tipo de sentimiento?.

Para muchos estas son preguntas sin respuesta y, ciertamente, lo son. ¿Cómo sabemos nosotros si no confundimos este “mágico” sentimiento con algo más? ¿Si no nos estamos equivocando cuando hablamos de amor, cuando lo que tenemos en el “corazón” podría ser otra cosa? Quizás química, quizás pasión, quizás un espejismo o una ilusión, una obsesión, tal vez una idealización.

Podemos hallar muchos “sentimientos” que lograríamos confundir con aquello que, a mi parecer, es un sentimiento sublime que ningún humano ha logrado sentir jamás; pues somos seres imperfectos y aquel sentimiento debe ser perfecto, sublime, especial… debe ser libre, dejar atrás cualquier prejuicio; debe ser una entrega total, una unión de almas por toda la eternidad.

No podemos, entonces, decir que algo tan irreal ha logrado ser vivido por unos seres tan irracionales como lo somos toda la humanidad; no cabe en la cabeza de nadie que con base a este sentimiento se sufra, se llore sangre y, si no logra ser correspondido o en ocasiones comprendido, arrebatar todas las ganas de luchar, las fuerzas para volver a caminar y avanzar.

Simplemente el amor como muchas cosas más que la mente humana ha podido idear y buscando alcanzar, es solo una teoría. Una inmensa teoría a la cual no le podemos hallar origen o final; solo una teoría que a mi juicio ha confundido a la humanidad y que nunca lograremos probar, únicamente especular.

(La vida en ocasiones nos hace cambiar y tragarnos poco a poco muchas de las cosas que decimos con tal convicción que podríamos apostar hasta nuestra vida por ellas… Estas palabras son un claro ejemplo de lo moldeables que somos las personas y los cambios que podemos tener,  con el tiempo muchas palabras son difíciles de mantener en pie o simplemente pensar igual que ayer)

… Mayo 28 de 2014
Han pasado poco más de tres años desde el nacimiento de este breve texto. Hoy cuando miro todo en una retrospectiva bizarra y opaca me doy cuenta que quizá tenía razón con todo ello.

La efímera ilusión del amor, nuestra poca intención de entregarlo… Al final no podemos pedir mucho de unos seres tan egoístas y egocentristas como nosotros… 

jueves

A ellos (Por el 15 de mayo)



Hoy me ha dado por escribir sobre lo que, muy posiblemente, haré; sobre lo que me quita día a día horas de mi vida y me encamina por una vía que nunca antes había visto tan escambrosa. Hoy, 15 de mayo, día del maestro en Colombia, me ha dado por escribir sobre la educación y, como si lo primero no fuese por si solo complicado, el papel del maestro en la educación. 

Durante toda mi vida he tenido delante una persona que ha fungido como guía y, en algunos casos, como modelo. Seres que me han aconsejado, cuidado y trasmitido conocimientos -  empíricos o académicos- pero que inevitablemente me ha hecho crecer como persona, ya que por muy corto que sea el encuentro queda una experiencia del pequeño momento. Personas que entregan (así en sus orígenes no haya sido su propósito) su vida a una labor que no muchos saben apreciar. Humanos que todos hemos conocido, con distintos rostros y en diferentes momentos, pero que al final han estado en nuestra vida: Los maestros. 

En Colombia la educación es un tema complicado “de cabo a rabo” diría un profesor de mi universidad. No solo nos encontramos con la negativa del estado ante la necesidad palpable de mejorar la calidad educativa y llevar a la educación al siglo XXI, tampoco nos encontramos únicamente con la visión de “educar para trabajar” que tienen culturalmente las personas sin prestar atención a la formación ética de los individuos, ni con las dificultades extracurriculares que tienen millones de alumnos para mantenerse en un colegio o, más grave aún, ingresar a la educación superior, mucho menos quedamos solamente frente a la falta de interés por los mismos educandos frente a una educación de mejor calidad y con fines mas académicos que obreros, ni tampoco con la concepción que tienen los ciudadanos de verla como un motor de corrección de conductas y personas, sino que, como si fuese poco que todos las problemáticas mencionadas anteriormente converjan en imposibilitar los intentos de algunos por una mejor educación, tenemos finalmente y para expresarlo en palabras de Juan Carlos Tedesco que el mayor problema “No proviene de la deficiente forma en que la educación cumple con los objetivos sociales que tiene asignados, sino que, más grave aún, no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia donde efectivamente orientar sus acciones”.

Sin embargo, aun hoy en día, donde todo lo anterior parece estar en contra, muchas personas se lanzan por convicción a estudiar para en un futuro ser aquellos quienes lleven la batuta de educar a nuevas generaciones; de enfrentarse a estas profundas problemáticas sin más armas que libros, marcadores, pizarras, un sin número de estrategias didácticas y modelos pedagógicos encaminados a lograr progresos y realizar cambios. Este texto, con sus múltiples erratas está dedicado hoy para ellos, y con mayor merito aun, para aquellos que llevan soportando todo esto desde hace décadas, entregando horas y horas para el bienestar y futuro de seres que en miles de casos nunca agradecen. Nuestros actuales maestros. 

Recuerdo mucho que hace ya casi 3 años, momento donde debía decidir el rumbo de mi vida, muchos de los que fueron en ese entonces mis maestros de colegio estuvieron, de una u otra forma,  buscando métodos para que encontráramos, mis compañeros y yo, nuestra, según palabras de ellos, “vocación”.  Aunque ahora considero la palabra vocación un tanto fuerte y poco practica; pues yo lo llamaría nuestra mayor afición convertida en un propósito de vida. 

Recuerdo entonces a mis profesores explicándonos lo que era un plan de vida, preparándonos para un examen ICFES que nos abriría o cerraría puertas, orientándonos para exámenes de ingreso a universidades y apoyándonos en nuestras decisiones con su más sincera sonrisa. Recuerdo sus sonrisas de satisfacción cuando muchos informábamos que ya teníamos cupo en alguna universidad, pero también recuerdo un dejo de tristeza en el rostro de alguno cuando muchos no sabían que responder a la tan temible pregunta “¿Qué piensas hacer?”. Recuerdo los jalones de oreja y las risas compartidas, sus acercamientos para orientar y sus cuidados. Recuerdo sus palabras y abrazos el día del grado y recuerdo las sonrisas fugaces cuando los he encontrado en algún lado. 

Pero sobre todo esto, recuerdo su pasión al enseñarnos, como en cada uno de ellos se notaba un amor innato por lo que hacían y un aprecio por cada uno de sus estudiante. Recuerdo la forma en la que cada uno dictaba su clase o se paraba frente a nosotros y, en muchas ocasiones, no se detenía a pensar si serian oídos por todos o no, simplemente nos relataban aspectos de su vida y en el proceso nos educaban para la nuestra. Recuerdo como nos infundían conciencia social y valores que yo el día de hoy puedo decir me han servido de mucho. Recuerdo como brindaron apoyo a quienes lo necesitaron y se preocuparon por la formación integral de las personas que tenían bajo su cuidado. Recuerdo con gran orgullo que fueron varios de ellos los que me inspiraron a escoger lo que estudio –Licenciatura en español y filología clásica-. 

También recuerdo a mis profesores universitarios, aquellos con los que tengo contacto todos los días y aquellos que la muerte se ha llevado. Pero los recuerdo a todos y cada uno, de colegio o actuales, y recuerdo como han sido junto con su empeño para formarme. Recuerdo el legado que de ellos ahora vive en mí y la gratitud que tendré siempre con cada uno. 

Entonces, finalmente, cuando pienso en todos ellos no me queda de otra más que agradecerles, porque no todos están dispuestos a hacer lo que hacen, porque no todos soportan lo que ellos han soportado, casi, sin importarles. 

Por eso, hoy 15 de mayo de 2014, doy mi más sinceros agradecimientos a ustedes, por quienes, en gran medida, hoy soy lo que soy y en un mañana lejano llegare a ser. 

¡Felicidades maestros!

lunes

Hasta entonces

Puede que mañana te llegue a ver y pase de largo sin decir por qué, puede que algún día nos choquemos en el camino y como si no supiera sin parar yo siguiera el recorrido, puede que en una tarde nos veamos de casualidad en el parque y como si no hubiese más me alejara sin chistar, puede... Puede que en un mañana yo dejé de pasar por mal educada y logre saludarte como si nada pasará, pero mientras llega ese lejano mañana puede que yo siga siendo la peor de las ingratas.

Es mejor hacerlo así, por lo menos mejor para mí. Es más fácil ignorarte, pasar de largo y no mirarte, más fácil caminar evitando el encuentro de tu mirar, levantarme del parque y tomar la ruta contraria a la que tu llegaste.

Yo no sé cómo soportar el escozor, la ira desmedida que viene a mi por la partida ni el dolor incalculable que tiene mi corazón al verte así sea desde las entrañas de un salón o a lo lejos en la calle. Yo no sé cómo frenar las lágrimas, evitar que mi máscara caiga. Yo no sé cómo fingir estar bien frente a ti y hasta que no logre hacerlo, me disculpo, pero prefiero mantenerme lejos.

Porqué duele, porque sangra, porque no dejó de pensar en todo lo que perdí, porque actualmente no sé cómo estar cerca de ti sin sufrir. Por más culpable que haya sido, por más grande que sea el delito, por más maldito que suene decirlo: yo no puedo hacer como si nada pasará, no puedo llegar y sonreírte al despedir, al verte de nuevo partir como si fuese alguien del montón, cuando fui un "alguien" que tuvo tu corazón.

Así que mientras duela, mientras tenga que tragarme las lágrimas en la calle, mientras mis manos tiemblen y mi mandíbula se tense, mientras esté dolor siga allí y no aprenda a vivir así… seguiré siendo la mal educada, la que no saluda, la que no habla, aquella que hace como si nada al pasarte por el lado y no emitir ni una palabra. Seguiré siendo la engreída, la maldita, la pérdida. Seguiré siendo la chica sin corazón hasta que me consuma en el dolor y luego de eso salga al mundo con una venda en las heridas y el hielo manteniéndolas dormidas.

Más hasta que ese día llegue, me disculpo por lo que pase, por ser una inmadura y no mirar a quien amo como a nada ni nadie.


Cada quien lleva su duelo, cada quien mira cómo se lanza al ruedo. Esta es mi forma de actuar, mi manera de más adelante poderte ofrecer (si así lo quieres) una pequeña amistad. Hasta entonces de nuevo me disculpo pero a mí me destroza ese "mirar y no tocar"... Perdóname entonces por mi, posiblemente, errado actuar. 

A veces


A veces no es un “después de un tiempo el dolor pasará”, a veces es un “después de un tiempo te acostumbras al dolor”. A veces no es un “si estamos destinados, algo ocurrirá”, a veces es un “la vida no suele darte segundas oportunidades”. A veces no es un “cuando me sienta mejor lo intentamos”, a veces es un “cuando estés bien será muy tarde”. A veces no es un “continua con tu vida”, a veces es un “finge que estás viviendo”.

En la vida nunca hay un ‘quizá’, un ‘tal vez’, un ‘casi’, un ‘de pronto’ o un ‘después’. En la vida lo único que existe y tiene cabida son las decisiones certeras, precisas, mortuorias o que te brindan un nuevo ánimo de vida. Lo único que realmente termina siendo válido son las acciones que tienen lugar en tu presente, en el instante, en el segundo donde estás poniendo en juego todo: lo que será tu pasado, lo que llegará a ser  tu futuro…

Entonces dejan de importar miles de cosas, miles de palabras, miles de sueños o posibilidades. Nada puede cambiar tu muerte física o emocional, nada puede cambiar tus caídas, tus destrozos, tus sinsabores. Entonces no importa si después de un tiempo lo olvides o simplemente sea una variable tan frecuente en tu vida que aprendas a vivir con ella; no importa si en tu pasado fue imprescindible, necesario… ya en tu presente, en ese instante que define todo, será solo un recuerdo más, un ‘algo’ que para bien o para mal te ha lanzado en donde estás, que continúes destrozado o no ya no es algo relevante.

A veces, a veces simplemente lo importante fue lo que ocurrió y que todo cambió, más que el mismo hecho de haber cambiado. A veces, a veces es menos importante una palabra de consuelo cuando tú sabes que has perdido tu suelo, que mantenerse en silencio. A veces y sólo a veces resulta más cómodo y menos dañino aprender a guardar una prudente distancia, que torturarte día a día con la misma aparición del karma.
 
A veces simplemente es mejor hacer como que nunca se conocieron, como que nunca en el mismo espacio vivieron, como que nunca sus caminos se unieron y cada quien seguir con su vida lo que reste de su tiempo; porque no importa si lo que paso fue bueno o malo, no importa si lo que vivieron fue un sueño o una pesadilla, no importa si fuiste feliz o desdichado, no importa cómo fue su historia de principio a fin, a veces es mejor erradicar lo que te hace daño y volver a vivir como antaño.

La vida no es justa, o bueno, para algunos puede que sea tan justa que nos obliga a pensar en grandes injusticias, de cualquier forma, cuando estás frente a tu derrota por acciones que dentro de ti han sido altruistas, lo anterior no importa. Te conviertes en el títere del destino, un payaso en el camino, un bufón con el que la vida jugo y tu triste compañía en aquella ocasión será una ficha más que no juega a tu favor. 

No interesa a dónde escapes, no interesa que tanto cambies, no importa que tanto lo desees, en la vida al final no son “a veces…”, en la vida ese solo un “siempre” pues los demonios que han nacido contigo no se alejan solo ‘a veces’ de tu camino, ellos te acompañan en calma ‘siempre’ por la ruta que día con día cambias.

Aunque a veces, solo a veces puedes fingir y soñar que las cosas no suceden como sucedieron en verdad y confiar en esa segunda oportunidad, pero ese ‘ a veces’ al final es como todo lo demás, algo que debes enterrar.

sábado

Aquella noche...

Como pocas veces en la vida, aquella noche sentí como mi corazón se oprimía al punto de doler físicamente, como las lágrimas se negaban a quedarse encerradas dentro de mis ojos y solo salían a su voluntad, como mi cuerpo se sacudía gracias al llanto y a la desesperación, como todo mi mundo caía pedazo tras pedazo y solo quedaba un vacío que no sabía cómo volver a ocupar.
Aquella noche solo hubo espacio para el dolor, el dolor de una perdida, el dolor que te hace perder toda la fuerza y no querer volverte a levantar, dormir eternamente pues todo a perdido el sentido, el motivo, el lugar…
Solo recuerdo haber sentido algo similar en 3 ocasiones anteriores, todas ellas teniendo a mi familia como motivo, a la muerte y al rechazo entremezclados; pero aquella noche… aquella noche fue por una mujer y solo bastaron sus palabras para derribarme, para destrozarme, para hacerme sentir el ser más despreciable, mas inútil, mas idiota, más vulnerable y miserable. Solo basto lo que tuvo para decir para hacerme querer desaparecer del mundo, para querer correr a los brazos de mi padre y llorarle cual cría hasta quedarme dormida. Solo basto que ella decidiera cual era el castigo por mi delito para que yo olvidara mi nombre, mis lemas, mis metas, mi orgullo y la sonrisa.
Pero es que era mi vida. Siempre he creído que tienes la oportunidad de vivir, conocer maravillas y el amor una sola vez en tu vida. Ese amor loco, desenfrenado, desinteresado, entregado con el que te ves hasta que dejes de existir; ese amor que te parte la vida en dos: Antes de conocerle y después de hacerlo. Pues para mi ella era ese…
Aquella noche cuando decidió alejarse de mí, aquella noche definitivamente fue mi fin. Como si me arrancaran el alma, como si me quitaran mi calma, como si todo dejara de importar. Pero aun así lo entendía, aun cuando le rogaba, me arrastraba y le pedía… Yo entendía que cada acción tiene una consecuencia, yo entendía que todo había sido culpa mía, no importaba la razón. Yo comprendía sus palabras, comprendía sus motivos, sus sentimientos y el por qué lo hacía. Pero vamos, quien en su sano juicio no ha querido que las cosas fueran de otro modo, que la vida te concediera esta segunda oportunidad por lo menos una vez en tu patética existencia, quien no ha querido hacer todo lo posible cuando siente que el amor de su vida se escapa de sus manos como el agua entre los dedos…
Yo aquella noche solo quise morir, porque me dolía respirar, me dolía el palpitar, me dolía seguir ahí sabiendo que ella no estaría más tomando mi mano y sonriendo como antaño.

Pero es que aquella noche, aquella noche solo quedo un despojo de mí, aquella noche de mayo empezaría a vivir porque si, aquella noche solo quedaría un “lo que en un día fui” y un “me importa una mierda el mundo, aquí ya no hay nada para mi”… Aquella noche simplemente morí y lo que siguió caminando fue un contenedor que no pudo terminar con el despacho; porque dejo de importar el mundo sino la tenía junto a mí, así sonara a capricho u obsesión, pero es que la amaba de tal forma que al irse los pedazos de mi alma jamás se pudieron volver a unir.