Jueves…
De nuevo he dormido menos de lo necesario. Llegué poco antes
de la media noche, casi al borde de la inconciencia
y apestando a alcohol. No le culpo por su mal humor. Tuve la oportunidad de ir
a otro lado, al final mis amigos me dejaron para el taxi, un préstamo que ya
debo devolver. Sin embargo, necesitaba tu
abrazo. (Patética y bipolar).
No recuerdo por qué habíamos discutido, creo que todo fue
por una de mis explosivas reacciones, (¿alguna otra mujer a parte de mi odia
los cambios hormonales cuando llega su regla?). Suelo ser tan insegura…
Yo quería un abrazo, quería mimos. Creo que es lo único que
nosotras queremos cuando a nuestro vientre se le da por torturarnos con cólicos
infernales que son acompañados por terribles cambios de humor. Quería que me
estrecharas en un abrazo, que me susurraras al oído palabras cursis y bonitas,
que besaras mi cuello haciéndome cosquillas… Llevaba dos noches esperando lo
mismo y ésta fue la tercera.
No fue tu culpa, en parte… Mis amigos, mi repentino cambio
de planes…
Ayer fue de esas raras y extraordinarias ocasiones en las
cuales todos nos reunimos. Lástima que mi tormento no hace parte de ese grupo.
Bebimos, reímos y yo debía irme, no lo hice…
Y creo que ese fue el problema. Celebramos nuestra reunión,
hablamos de amores y desamores, me cuestionaron ese “tú y yo” que al parecer
nadie entiende. ¿Tan raro es que te quiera?, ¿o lo raro es que, siendo como soy,
tú me quieras a mí?. No lo entiendo, ni lo entendí en aquel momento.
Confieso que te defendí a capa y espada. Les conté que
definitivamente me encontraba enamorada, que llevo años estándolo. Les expliqué
lo mucho que disfruto estar contigo, que a nuestra manara somos felices… yo con
mi locura e intermitencia, tú con tu seriedad y paciencia. Les hablé de lo mucho
que nos compaginamos, de nuestras horas jugando, de nuestras cenas y días en la
cama. Les hice alarde de tu desempeño en la cama, de lo segura que me sentía cuando
me abrazabas. Les confesé que jamás esperé sentir tanto, que sí, tenían razón cuando
decían que lo nuestro estaba a un paso de parecer un matrimonio y que no me
molestaba la idea de que pensaran que era así. Yo soy feliz.
Soy feliz estando contigo, no porque me hagas feliz, porque
hace mucho comprendí que para serlo no necesito a nadie conmigo sino estar en
paz conmigo. Y tampoco me malentiendas, no recuerdo momentos más alegres y
agradables que los que he pasado a tu lado. La cuestión es que soy feliz porque
creo que juntas estamos bien, que nos complementamos y con ello vamos
cumpliendo metas, vamos siendo felices y compartiendo esa felicidad.
El dilema es que creo que tan en paz no estoy. Traigo
demasiados fantasmas encima, uno que otro demonio y una conciencia que no se
queda tranquila. No porque haya cometido el mismo error, no porque no haya obtenido
perdón… sino porque yo no logro perdonarme.
Te hice daño, demasiado. ¿Cómo puedo sentirme bien cuando el
peso de aquellos sucesos me golpea con fuerza en mis momentos ‘hormonales’? No
es mi intención desquitarme contigo, sólo no sé cómo manejar esa carga, no sé
cómo purgar mi alma y dejar de pensar en el karma. ¿Has notado que todos los
problemas, nuestras discusiones, tienen ahí su raíz?, y tengo miedo…
Me aterra la idea de que por ello todo acabe. Me atemoriza
no llegar a ser suficiente, no poder superar este bache y que lo lindo se
olvide. ¿Quién puede culparme?, no he tenido buenos referentes de relaciones
estables, mucho menos he tenido las cosas fáciles. Por el contrario tú… tú
tienes todo para lograr tus metas, lo veas o no, lo sientas o no. Eres una
persona rodeada de gente que te aprecia, te apoya, te cuida; cada uno de ellos
igual de exitoso a como lo eres tú… ¿cómo puedo competir contra eso?, ¿qué
puedo ofrecerte yo que tanto daño te he hecho?
Me siento débil, ofuscada, melancólica, abatida, desarmada o destrozada.
¿Entiendes que todo para mí se potencializa en esta horrible
semana? Intento ser fuerte los otros 25 días del mes, te juro que lo hago, aun
cuando mi personalidad es cambiante por naturaleza. Pero estos días… en estos
malditos días de cólicos, hormonas y sensibilidad no puedo con todo… exploto y
lamento que seas tú quien suela llevarse la peor parte aunque intente que no
pase.
¡Te necesito tanto!
Hoy más que cualquier día… esta semana más que cualquier
otra del mes.
Soy tan jodidamente sensible. Sabes que en condiciones
normales incluso un ánime me hace llorar, ahora imagina un mensaje que lees y
no respondes justo en estas fechas. Un mensaje donde sacaba algo de esta cursilería
tan propia de mí. Ese fue el detonante. Lo sabías, te había dicho, te había
incluso pedido esos tan ansiados mimos que evitarían mis lágrimas; más respeté
que tuvieras otros planes y llegaras tarde, respeté tu cansancio, respeté e
intenté velar tu sueño. Pero no pude aguantar con el mismo temple eso.
Aclaro, no te reprocho aunque todo diga lo contrario; sólo
te hago saber lo que para mí significa todo ésto, lo complicado que es. ¿Puedes
culparme?
Estos días para mí son una tortura, esta fecha del año lo
hace empeorar.
Lamento volver a hacerte daño. Lamento volver a hacernos
discutir. Lamento que en mi memento de vehemencia las cosas siempre se me salgan de
control. Intento cambiar eso por mí… y en gran medida por ti, pero ya sabes
todo la historia que hay detrás.
Necesito curarme y sanar. Me gustaría que me ayudaras en el
proceso, más hoy no te voy a pedir nada. Estoy cansada y creo que tú también lo
estás, quizá es tiempo lo que necesitemos y ya.
Perdón si por hoy me he extendido, perdón si entre tantas
cosas te has perdido. Escribir es mi catarsis y aún entre lágrimas ayuda a que
mi sistema se regule. Perdón aunque ya no sé qué me debas perdonar. Perdón aun
cuando no sé si es a ti o mí yo a quien se lo pido.