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“Las noticias, los pensamientos, las decisiones; todo ello se une en
búsqueda de solución. Mis pies se mueven solos buscando escapar de eso que
temo; tantos años y sigue el recuerdo, tanto tiempo y aun esta la espina
clavada en el pecho.
Y así llegó la noche,
una más que se va en el vacío de mi vida. Un parque lejano poco transitado se
presenta ante mí llamándome como siempre a recorrerle, el refugio perfecto, un
espectador más de la vida de seres sin cuerpo.
Camino a paso lento
recorriendo, observando, disfrutando el frio viento nocturno que choca inclemente contra mis brazos descubiertos y
mi rostro de mirar ausente; deleitando la soledad, esa que me acompaña cuan
fiel secuas, ese reflejo de lo interno.
Llego a su centro y me
dejo caer en uno de esos bancos ya un poco deteriorados por el trajín del
tiempo, por el uso constante de personajes que no piensan más que en ellos.
Miro el cielo, “¿cuantas estrellas habrán en este preciso momento después de
esas nubes grises? Creo que lloverá de
nuevo”
Un suspiro, me pregunto
por cuánto tiempo…
Pasan un par de críos
ufanados por llegar a la tibieza de un hogar, quizá los espere un chocolate
caliente, un regaño y después un abrazo cálido, una dulce madre, una cómoda
cama y luego otra mañana.
Empieza a llover.
Regreso mi rostro al cielo, dentro de poco… Otro suspiro.
“Quien ve lo que quiere
ver, solo sabe lo que debe saber, una venda cubre sus ojos a una realidad que
le aterra no poder prever” ¿que veíamos en esos momentos? Poco y nada recuerdo.
Estoy empapada, me
llevo una mano a mi rostro; está congelada, ¿será acaso el momento de destruir
este encuentro? Un campanazo responde, creo que sí.
Me levanto, camino
lento… Que importan las gotas que siguen cayendo sobre mi cuerpo, mantienen mis
sentidos despiertos.
Un vistazo más a mi
alrededor, mi recorrido pronto terminó; adiós por esta noche mi silencio
desolador, mañana nos veremos en otra nueva función, así que por hoy bajemos el
telón.
Un paso más, una
cafetería, algo de gente taciturna, un café cargado, la cuenta, el sonido de
una puerta, mis ojos fijos, otro suspiro… Alguien en mi mesa, contraste de temperaturas,
palabras sordas, pasos, de nuevo la calle, un automóvil, un hogar en penumbras…
Un nuevo suspiro…
Terminemos por esta
noche… Un cuerpo mecánico, un beso con sabor a tabaco, nuevas palabras, un
rechazo, unas lágrimas, un abrazo de un cuerpo congelado, ojos rojos e
irritados, un beso que trasmite consigo un pasado, prendas arrojadas, una
cómoda cama, gemidos de placer, un grito ahogado, respiración acelerada que
poco a poco es normalizada, aun un cuerpo helado, medio sonrisas en los labios,
un último suspiro y cuerpos vencidos por el cansancio cerrando sus ojos sin
protestas o reclamos.
Llega la nueva mañana,
ella lo sabe, es momento de mi encuentro con el pasado, es tiempo de afrontar
el dolor para de ese modo continuar sin a nadie lastimar; los motivos de por
medio son solo excusas que vaticinan un inevitable momento.
Me levanto sin hacer
mucho movimiento, no quiero despertarla de su dulce sueño, se ve tan linda
cuando duerme; desaparecen sus ojeras, sus facciones que demuestran la
tristeza… Cuanto dolor ya le he causado, lo mejor fue por el momento
terminarlo. Después de 3 años aún sigo recordando y en el último año ella
conmigo la cruz fue cargando. No es justo, es momento de dejar la cobardía y
luego intentar ser feliz, por ella debo afrontar todo al fin.
Las maletas están
preparadas, una taza de café, las llaves sobre la mesa con un colgante como
promesa… Mi rumbo, la ciudad de la cual con el corazón roto partí con la firme
intención de jamás volver allí...”
Han pasado 3 meses desde que llegue, solo mis familiares y mi
mejor amigo saben que me encuentro en la ciudad, aunque ninguno de ellos sabe
en donde me he querido hospedar.
Los días han pasado más rápido de lo que hubiese imaginado,
los proyectos de la revista en esta ciudad van todos en orden, marchando como
reloj suizo. Quién se habría imaginado que por su culpa ahora soy la dueña de
una de las más prestigiosas revistas de todo el país; y digo por su culpa,
porque fue por ella que use el trabajo como escudo y barrera, ascendiendo
rápidamente hasta llegar a donde estoy.
Me pregunto cuál será su reacción cuando me vea…
“Sta. Soler el Sr.
Fithgerald ha llegado” Laura me saca de mis cavilaciones, no estoy aquí
para pensar en eso, estoy aquí para sacar este proyecto y regresar lo más pronto posible a donde
pertenezco, que nuestro encuentro será inevitable es otro cuento.
“Gracias, dile que pase
por favor” Me acomodo en mi silla y
espero a que mi socio y, cabe aclarar, mejor amigo ingrese por esa puerta.
Él siempre tan puntual y elegante, con su porte varonil,
pícaro y juvenil; si me gustaran los chicos creo que hubiese caído ante él en
mis tiempos de adolescente.
-
Hola Rubén, ¿Cómo estás?”
-
Hola Sofí, muy bien, gracias por
preguntar
-
Bueno no quiero perder tiempo, vamos
al grano. – corto
sus formalidades y empiezo a sacar los papeles que debemos revisar
-
Creo que esos años en Paris te han
cambiado demasiado Sofí, mi idea el día de hoy era invitarte a salir, llevas
poco más de tres meses aquí y no te has tomado la molestia de, por lo menos,
tomar un café con tu mejor amigo. Creo que hay mucho que contar, llevas tres
años fuera y en ese tiempo ni tu familia supo de ti más que lo poco que les
dacias en las llamadas de navidad o fechas especiales. No te parec…
-
Rubén, en estos momentos lo último
que quiero es sentarme a charlar sobre mi vida en Paris, debo acabar esto
prontamente para regresar. Sabes que ya no soporto esta ciudad. – Lo corto a media frase.
-
Sofí no crees que es momento de
olvidarla, no puedes solo pasar la vida huyendo de todo aquello que te la
recuerda. Y antes que digas algo, solo estoy
preocupado por ti, llevo demasiado tiempo sin verte, sin ver a mi mejor amiga.
-
Yo ya la olvide – Dirijo mi atención a los documentos – además llevo 3 meses aquí y desde
entonces nos vemos casi a diario Rubén…
-
No, siempre me encuentro con la dueña
y presidente de Premier Amour, nunca
con Sofía Soler, mi mejor amiga y en verdad la extraño. – Su rostro se ve tan afligido, sé que
tiene razón, llevo tiempo huyendo a lo que solo él puede decirme, a sus
verdades. Suspiro…
-
Está bien Rubén, tú ganas – Dejo los documentos completamente
ordenados y me levanto de mi asiento. – Creo
que ya hemos adelantado suficiente por ahora, así que acepto ese café – Le
menciono ya fuera de la oficina – Laura
podrías cancelar mis compromisos por hoy, después de eso tú también quedas
libre. Nos vemos mañana.
Nos dirigimos al estacionamiento y antes de llegar a mi coche
lo observo unos segundos, está esperando que diga algo “Tu solo sígueme, debo cambiarme antes de salir” he ingreso en mi
automóvil.
Al cabo de un rato estamos en mi apartamento, ingreso directo
a mi cuarto mientras Rubén solo observa
todo detenidamente. Después de estar lista con algo mucho más cómodo, tomo mis
llaves y lo invito a salir, no le doy tiempo a hablar demasiado cuando se da
cuenta se encuentra dentro de mi auto.
-
Wow, tus gustos han mejorado Sofí,
nunca imagine todo esto – Menciona mientras enciendo el auto
-
Si, vivir un tiempo con Jaz me ha
contagiado de muchos de sus gustos. – Me observa esperando a que continúe hablando – ya te contare todo Rubén, ahora dime a dónde
quieres ir, solo recuerdo un par de lugares y ninguno me parece apropiado – Me
encojo de hombros, él solo medio sonríe y me indica el camino.
Nos encontramos en un café-bar en pleno centro de la ciudad,
todo con una excelente decoración y buen
ambiente, a Jaz le encantaría estar acá. Tiene todo lo que ella busca, sin
mencionar el delicioso té que sirven.
-
Sofí, Sofí… Oye en qué tanto piensas
– Cuestiona Rubén
tomando mi mano y sacándome de mis cavilaciones
-
¿Eh?... Nada, me dacias – suspira
-
¿Cómo va tu vida?
-
Bien, no podría quejarme, sabes que
tengo todo con lo que soñé alguna vez
-
Sabes a lo que me refiero Sofí, sé que
tu carrera no podría estar en mejor momento, que eso con lo que soñabas desde
niña se ha venido cumpliendo, no hay que tener 2 dedos de frente para saber
eso… - hizo una
pausa mientras bebía de su café – Me
refiero a cómo va tu corazón – Si, el siempre tan certero.
-
No sé qué esperas que te diga
respecto a eso, sabes que después de ella deje de creer en el amor. – iba a interrumpir pero yo proseguí – No me refiero a que no la haya superado,
solo que fueron casi cinco años tirados a la basura y después de eso, el amor
solo se transformó en un mito para mí, además no es como si tuviera mucho
tiempo para pensar en eso, tengo un gran trabajo por delante para posicionar a
mi revista como la mejor del mundo, ese es mi actual amor. – él solo
suspiro de nuevo
-
Entiendo, entonces debo suponer que la Jaz que
mencionaste antes es solo una amiga más verdad… - Debí suponerlo, a él no se le escapa
nada.
-
Bueno… ella… - suspiro – Jazmín es más que eso, ha estado conmigo en todo este tiempo, la
aprecio, me soporta y compartimos mi apartamento en Paris, además me cuida y
para qué negarlo, en un tiempo también llego suplir esas necesidades, pero… Sé
que ella siente algo más por mí, mas no puedo corresponderle como debería… Ella
lo entiende, sabe que es lo máximo que puede recibir de mi – suspiro – Y sé que es injusto, pero... – doy un
sorbo a mi té intentando huir de su inquisidora mirada – Por eso vine, por eso estoy acá, quiero intentar algo con ella y para
ello debo enfrentar a mis demonios, la revista fue una excusa, una vuelta del
destino que me indico que era momento de afrontar las cosas.
-
Sofí la verdad yo n…
-
Sé que crees que no la he olvidado,
es más yo en ocasiones lo también lo dudo, pero confió en que lo único que
quede de ella es ese miedo a ser dañada de nuevo, esa espina que clavo tan
fuerte en mi pecho y que se, solo viéndola podría descubrir que ya ha sido
cuidadosamente retirada, dejando únicamente la molesta cicatriz.
-
Por tu bien espero que así sea, no
quiero verte sufrir, ya has pasado suficien… - se detuvo a media frase y miro hacia
un ponto detrás de mí – suficiente… Esto
Sofí, me podrías acompañar a comprar algo, acabo de recordar que… que debo
comprar un traje nue… – Al notar su nerviosismo por reflejo gire mi cuerpo
para intentar encontrar el motivo de dicha reacción de mi mejor amigo. Pero
cuando lo hice sentí como todo a mí alrededor perdía importancia y se hacía
cada vez más opaco y lejano… - …vo…
Allí estaba ella, sonriente como nunca antes y con un
precioso vestido negro que se ajustaba a su esbelta figura, con su cabello
recogido graciosamente denotando que se encontraba más largo de lo que yo
recordaba; allí estaba con un firme agarre al brazo de aquel hombre que hasta
el día de hoy me cuesta pronunciar su nombre. El mozo los dirigía a una mesa que según por la dirección que
traían los haría pasar inevitablemente por un lado de nosotros.
Me sentí aturdida por tal escena, algo en mi corazón se comprimió
fuerte, el aire me empezó a faltar, pero no podía apartar mi vista de ellos y
fue entonces donde nuestras miradas se cruzaron, ella se detuvo en su delicado
andar y yo por fin salí de mi sopor; mire a Rubén de nueva cuenta y aparentando que nada había
pasado le di un pequeño sorbo a mi té para continuar después con la charla.
-
Claro, si deseas puedo acompañarte,
hasta donde recuerdo y por lo que veo, tus gustos a la hora de elegir
vestuario siguen siendo muy precarios. – Le regale una sonrisa de esas ensayadas y falsas que
había aprendido a usar con excelencia en Paris – Además así me cuentas como ha ido tu vida, siento que la única que ha
hablado todo este tiempo he sido yo.
-
Eh… - Seguía con su vista en ella
-
Ya cambia esa cara, parece que
hubieses visto a un fantasma – Le mencione lo mas casual posible, mientras le pasaba una
mano por su frente, logrando así por fin captar su atención.
-
Eh, si, vale – Me observo confundido al tiempo que
yo levantaba mi mano para solicitar la cuenta, rogando al cielo que el mozo no
se retardara y que ella entendiera, si me había reconocido, de lo cual estoy
segura, mi tácito mensaje de no querer hablar o… no por el momento. Pero como
lo esperaba nada de eso sucedió.
-
Hola Rubén, tiempo sin verte – Saludo amigablemente Miguel a mi
mejor amigo antes de posar su vista en mí, justo entonces su sonrisa cambio por
una milésima de segundo; sus ojos no lograron ocultar la sorpresa y su voz el…
nerviosismo, alegría, ira (¿?) No sé cómo definirlo. – So… Sofía
-
Hola ¿Cómo han estado? – Conteste como si nada observándolos a
ambos, Rubén volvió a observarme contrariado.
-
Muy bien, pero… ¡Wow! Vaya sorpresa
encontrarte, llevas mucho tiempo perdida – Contesto ampliando su sonrisa y recuperando la
compostura que denote, perdió al verme.
-
Sí, he estado un poco ocupada en los
últimos años, después de cierto incidente – No pude evitar un deje de rencor en mi voz y por
primera vez desde el inicio de esa “amena” situación Andrea se atrevió a
mirarme – me dedique a mi trabajo y
bueno, posicionar mi revista como una de las mejores no es un trabajo fácil. –
Sonreí de nueva cuenta con mi mascara puesta.
-
Sí, me imagino y debo decirte que es
muy buena, Andrea no pierde edición alguna ¿Verdad amor? – La atrajo un poco hacia sí.
-
Eh, si, si, es realmente buena – Respondió con la mirada en cualquier
lugar menos en mí, cuando llego el mozo con la cuenta.
-
Bueno gracias por sus halagos, pero
me temo que debemos dejar la charla aquí, ya nos retirábamos. – Dije mientras tomaba mi cartera y
pagaba la cuenta. – Ha sido un placer
verlos de nuevo.
-
Igualmente Sofía, espero verte pronto
-
Yo igual… - Me despedí de cada uno con un beso en
la mejilla y no pude sentirme más hipócrita. Finalmente tome mis cosas y solo empecé
a marcharme mientras Rubén hacia su respectiva despedida para luego
posicionarse a mi lado.
-
¿Estás bien? – Me pregunto después de unos minutos de
estar en silencio, cuando estábamos ingresando al auto, con su tono de voz notoriamente
preocupado.
-
Solo vámonos de aquí, este lugar
empezó a asfixiarme. – Y después de eso solo se escuchó el sonido de las llantas de mi Audi CES quemando
el asfalto al acelerar a fondo.
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Otro par de meses después de aquello, estoy a solo un par de
semanas para culminar todo mi trabajo aquí en la revista, para así dejarla en
las manos de mi mejor amigo y regresar a mi vida en Paris. La inauguración
oficial se aproxima y con ella mi nueva huida; una que espero sea la
definitiva.
Culmina el día, observo el reloj “9:00 pm” Es hora de ir a mi hogar temporal. Tomo mis cosas, analizo
el celular, “Quizá debería llamarla…” Marco
su número, pero al último segundo desisto de la idea, para qué.
Dos horas dando vueltas por la ciudad; un camino conocido,
aparco el auto y a paso lento me dirijo a un pequeño puesto de comida que solía
visitar. Tomo asiento en el primer lugar vacío, siento como todos me observan,
quizá no es tan típico ver a alguien de facha elegante en un lugar como estos o
tal vez soy reconocida por los clientes que por lo que alcance a analizar no
han cambiado más que en su aspecto, un tanto más envejecido; igual pronto
pierden importancia, saco mi celular y empiezo a adelantar trabajo para mañana.
La mesera se acerca, me sonríe discreta, con un brillo en su
mirar que supe reconocer inmediatamente, toma mi pedido; yo la observo
alejarse, sabiendo que es lo que quiere más creo que está buscando algo en
quien no debe. Llega el pedido, otra sonrisa aunque más abierta para marcharse
con un guiño a continuar con su ciclo.
Pronto he terminado mi cena, ella se acerca y me da la
cuenta, le entrego el dinero mientras ella su número en una nota discreta, una
última sonrisa y me retiro para una nueva mañana.
*
*
*
*
-
Srta. Soler alguien desea verla, dice
que es de parte del Sr. Fithgerald – Me comunica Laura
-
Dile que pase Laura, por cierto ya es
casi la 1, vete a almorzar yo sobreviviré sin ti ese tiempo, así que tranquila
-
Si Srta., gracias. – Contesta al tiempo que alguien va
ingresando a mi oficina. No me inmuto en levantar la vista de los documentos
que tengo, simplemente le indico que tome asiento y dicha persona lo hace
presurosa.
-
Bueno, en que puedo ayudarle
– Sigo observando los documentos, quizá lo tome como falta de respeta, pero
debo terminar lo más pronto posible.
-
Me gustaría hablar contigo Sofí – Esa voz me helo la sangre, levanto
rápidamente mi vista y justo frente a mí se encuentra Andrea, con mirada tímida
y nerviosa.
-
¿Qué haces aquí? – Pregunto con un tono más brusco de
lo que hubiese querido.
-
Ya te dije, quiero hablar contigo
-
No tenemos nada que hablar Andrea, si
era solo eso, entonces te pido el favor de que te retires de mi oficina, tengo
mucho trabajo por terminar.
-
Claro que tenemos cosas que hablar,
debemos hablar de nosotras, de lo que paso…
-
Andrea aquí no existe ningún nosotras
y lo que paso no quiero tus explicaciones, suficiente tuve en esa época.
-
Sé que ha sido mi culpa, pero solo
quiero que me perdones, yo realmente lamento lo que ocurrió, jamás fue mi
intención lastimarte ni mucho menos que todo terminara así. – menciono tomando mi mano sobre el
escritorio.
-
Mira, lo que paso está olvidado, quieres
que te perdone, okey, estás perdonada. Ahora si me disculpas tengo trabajo que
hacer – Espete con
la mirada más fría que pude y zafándome de su agarre.
-
¿Por qué eres así? Vengo a buscarte
para aclarar todo y tú solo huyes. Como aquellas veces que discutíamos, como
aquel día en la playa, como cuando fui a tu casa, como cuando te llamaba. ¡¿Por
qué te niegas a escucharme?! – Se levantó molesta
-
¿Qué esperas que te diga Andrea? ¿Cómo
esperas que reaccione? Tú estás feliz con tu vida, déjame seguir con la mía. – Respondí igual de molesta – ¡Me cambiaste por ese idiota, nunca fui
suficiente, siempre fue él, siempre estuvo su maldito fantasma, ahora no vengas
a pedirme que te escuche cuando no te pensaste ni dos veces en revolcarte con
ese cuando yo salí a aquel viaje; cuando no te importo mi dolor ni que me
ahogara en alcohol los subsiguientes días; cuando fuiste tú quien envió
nuestros 5 años juntas a la basura!
-
Sé que cometí un error, pero por
favor, deja que te explique, ¡escúchame! – Se acercó a mí e intento abrazarme.
-
¿Acaso tú me escuchaste? – Me aleje bruscamente – ¿Siquiera te inmutaste cuando me destruiste?
Ahora no me pidas algo de lo que no tienes derecho.
-
¡Te llame miles de veces! Te busque
pero fue muy tarde, él… Yo te amaba Sofí, realmente te amaba, pero estaba
confundida… Estaba mi familia, llego él,
sabes lo que significó para mí, pero tu… - intento un nuevo acercamiento
-
¡Ja! ¿Me amabas? Claro, amabas tener
a alguien que cumpliera tus caprichos, amabas tener a alguien que diera todo
por ti, ¡amabas tener a tu maldito perrito faldero! Pero no más Andrea. – Di tres pasos hacia atrás y tomaba
el puente de mi nariz al tiempo que suspiraba – Mira Andrea, no quiero discutir, de verdad, ya deja las cosas así,
sigue feliz con tu vida como lo estabas haciendo, mantén esa sonrisa que vi en
el restaurante el otro día, olvida que regrese, olvida que en algún momento me
dejaste por Miguel – como me molesto su nombre en mis labios – haz como si simplemente hubiésemos quedado
en que no funcionaría y ambas decidimos seguir nuestros caminos. Manda a un
rincón de tu cabeza lo malo de nuestra historia, quédate con lo bueno – Supere
nuevamente y ella me observo, sin habla unos segundos, quizá minutos; minutos
que me parecieron eternos, minutos donde no logre descifrar que me decía esos
ojos que antes leía a la perfección; más justo cuando pensaba dar por terminada
la discusión ella rompió el silencio.
-
¿Y si no quiero? Sino deseo olvidar – Se acercaba lentamente a mí – Si te dijera que no he sido feliz, que he
pagado el precio por mi confusión, por dejarme llevar por las presiones, por lo
que quería mi familia, que ese día en el restaurante solo estaba fingiendo
porque era una comida familiar – Tomo mi rostro entre sus manos, yo no me
había fijado en que momento había desaparecido la distancia entre ambas – si te dijera que en los últimos 3 años solo
he pensado en ti, en lo estúpida que fui cuando hubiese podido ser la mujer más
feliz del planeta al ser tu esposa, si te dijera que no he dejado de amarte,
que las confusiones se esfumaron cuando te vi porque allí regresaron mis
esperanzas… – Sus labios estaban a escasos centímetros de los míos, su
aliento enajenante chocando con el mío - … Si
te dijera que quiero recuperarte – Y el espacio quedo reducido a nada, sus
labios junto a los míos en un beso lento pero desesperado. Un beso que apago
mis funciones cerebrales.
Un beso que sabía a gloria, que había extrañado más de lo que pudiera
reconocer, tan suave como lo recordaba pero cargado de miedo a que nada
funcionara. Mis manos terminaron en su cintura, las de ella alrededor de mi
cuello, en ambos casos ejerciendo más presión, buscando mayor contacto mientras
nuestros labios danzaban y el corazón se aceleraba. Pero nada es eterno, mi celular
empezó a sonar sacándonos a ambas de ese momento.
-
Buenas
tardes – Conteste, aun con Andrea tomando mi cuello
-
Jaz… - Creo que mi rostro fue un poema,
aleje a Andrea como si quemara y camine al otro extremo de la oficina, mientras
ella me miraba fijamente.
-
Je suis désolé, je n'ai pas eu
beaucoup de temps –
Saque una botella de Whisky y me servi una copa – Oui
– Tome de un sorbo su contenido – Tu me
manques trop – Otra copa - Vous voir
bientôt, vous aimer. – Y la llamada culmino
-
¿Quién era?
-
Jazmín – Otra copa
-
¿Quién es Jazmín? – Pregunto molesta
-
Andrea, la verdad es mejor que
hablemos en otro momento – suspiro – justo ahora tengo mucho
trabajo – la observe con mi careta puesta, mientras mi mente me gritaba que
lo ocurrido jamás debí haberlo permitido – entenderás
que no puedo retrasarme.
-
Ah… - Bajo su mirada – Lo entiendo… – se acercó y tomo mi
rostro con intención de besarme, mas sus intenciones terminaron en mi mejilla.
-
Que tengas buen día Andrea. – Me aleje de ella y tome asiento
mientras simulaba concentrar mi atención a los documentos anteriores, dando con
ello por terminada nuestra charla y, por consiguiente, su presencia en mi
oficina.
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La semana paso
volando, sin contratiempos, sin visitas inesperadas, sin llamadas desde lejos,
solo trabajo y los detalles de la inauguración oficial de la revista. Esa que
daría inicio en escasos minutos de aquel día, tan callado y ameno que de una u
otra forma me aterraba.
Doy los últimos
detalles de lo que se debe hacer, reviso el protocolo, que todo esté en su
lugar y, por último, me doy una pequeña
ojeada para revisar mi ropa, mi rostro y mi cabello.
-
Estas hermosa Sofí, todos quedaran deslumbrados con tu
belleza, no te preocupes. – Mascullo Ruben junto a
mi oído justo detrás de mí, logrando que yo saltara de mi sitio y un grito
escapara de mi garganta; él sonrió ante ese último hecho. – Todo saldrá bien.
-
Eso espero – Mi nerviosismo
era notorio, no tanto por la inauguración, no tanto por la cantidad de personas,
no tanto por el discurso que debía dar, sino por la presencia de ella y por la
charla que se tendría que dar esa noche, por iniciativa de ella o mía.
Las horas fueron
pasando entre saludos, facilitaciones, una que otra presentación y mi mirada que
sin querer la buscaba entre la multitud, en cada persona que iba llegando al
tan concurrido evento, mas mi búsqueda inconsciente fue interrumpida por el
llamado de mi mejor amigo que sin saber cómo o cuando se encontraba en la
tarima acallando a los músicos y pidiendo atención a los presentes, el momento
había llegado, era hora del discurso que oficialmente inauguraría la revista.
Me encamine a
paso firme pero elegante hacia el escenario, como todo un caballero Ruben me
ayudo a subir y después de una breve presentación me cedió el micrófono. No se
ha ciencia cierta qué fue lo que de mis labios estaba saliendo, solo sé que seguí
buscándola para al final encontrarla en el momento justo donde di mis
agradecimientos y el público estalló en aplausos. Dispuesta a encararla,
afanada, nerviosa, asustada, y porque no decirlo, bastante desesperada por
tenerla a mi lado, sentir su aroma y su calor; fui detenida por un par de
brazos rodeando mi cintura, una fragancia conocida y una voz melodiosa que me
hablaba al oído con un español demarcado por su acento francés, antes de
girarme para quedar cara a cara con Jazmín. “Felicitaciones
Sofí” fue lo que susurro en mi oído,
luego un beso largo con sabor a alegría entremezclado con algo de temor… Este podría
ser el último, estoy segura que fue lo que pensó.
Entonces yo
recordé, aquella mañana donde deje Paris, aquel colgante justo a mis llaves,
simbolizaba más que un ‘volveré’, simbolizaba mi promesa de aclarar las cosas
antes de la este día, el día donde Jaz vendría por mí, para regresar sola o
juntas, pero eso dependía de mí.
El beso culmino,
con la mirada de algunos sobre nosotras, pero sobre todo la mirada de Andrea
clavada en mi espalda y la de Ruben buscando entender lo que pasaba, mas a
ambas les reste importancia. La mujer que continua con su firme agarre en mi
cintura, como temiendo que me fuese a escapar, merecía toda mi atención,
después de todo ella ha sido quien más ha tenido que soportar, los demás
entonces podrían esperar.
-
¿Cuándo llegaste? – Pregunte apenas,
con la sonrisa en mis labios, no podría negar que aunque de algún modo lo sabía,
me había tomado por sorpresa. Una grata sorpresa.
-
Casi al medio día – Sonrió de forma
limpia, algo en mi corazón empezó a sentir – lamento
no haberte avisado, pero quería darte una sorpresa. No hay nada más encantador
que tu rostro cuando algo bueno sale de tus planes – Menciono quedo para
volver a besarme.
-
Vaya, veo que estas muy bien acompañada Sofía, ahora entiendo
muchas cosas – Una voz fría se dejó escuchar
rompiendo el mágico momento, me separe rápidamente de Jazmín al reconocerla y
di media vuelta encarándola un tanto atemorizada, mas Jaz tomo con una de sus
manos de nueva cuenta mi cintura y me pego hacia sí. La señal de alerta salto
en mi cabeza, aun sin mencionarlo Jazmín sabía que ella era Andrea y estaba
dispuesta a lo que fuera que nos deparara lo que venía.
-
Mucho gusto Jazmín Dupont Rousseau
-
Andrea Deras, pero lamento no poder decir lo mismo
La tensión podía
cortarse en el aire, entre sus miradas cargadas de amenazas, entre ese espacio
donde ellas se reconocían y hablaban sin hablar mientras yo era un mero
espectador, entre el ligero temblor de la mano que sostenía mi cintura cuando
intente moverme. Fue entonces donde la respuesta salto a la luz, clara y
limpia, solo una de ellas estaría en mi futuro como mi compañera, solo una
podría ostentar con orgullo mi amor, solo una de ellas era quien tenía mi
corazón.
Las observe a
ambas analizando a cada una, finalmente me solté del agarre y sin esperar
protestas tome de la mano a Andrea alejándonos a paso acelerado de donde nos
entrabamos, adentrándonos al pequeño patio casi vacío gracias al frio para
detenernos frente a la estatua de mármol que adornaba el centro de este.
Su sonrisa era
invaluable, sin decir más juntas tomamos asiento. Yo eleve mi vista al cielo,
ella me siguió un momento en silencio, recordando juntas nuestro pasado y esa
costumbre de antaño, donde gastábamos minutos disfrutando de la mutua compañía
y el cielo imponente que maravillosa vista ofrecía.
Suspiro, 3 años
ya… callando explicaciones, conteniendo impulsos y temores. Ese era el momento
de hablar, no se podía postergar.
Baje la vista, me ubique mejor, la observe a ella,
ella me observo y allí, donde nuestras caretas se interponían, donde el
universo interno se confundía en una lucha para abrir paso al corazón, donde
cada quien buscaba encontrar algo más en los ojos de su contraparte, debelar
sus más íntimos secretos ocultos tras el manto de nuestros ojos; allí comprendí
que es mejor no dar rienda suelta a los impulsos, que las historias muertas no
deben intentar revivirse, que era mejor arrancarme esa parte del corazón,
entregárselo como presente del pasado vivido y que este era irremediablemente
nuestro último adiós, el capítulo final de nuestra historia de amor.
Tras otro suspiro se abría paso la última función.
-
Andrea yo … - Pero un dedo en
mis labios me calló
-
No digas nada – Silencio que se
extendió por varios minutos, solo el viento nos acompañaba junto a la música
del interior cada vez más lejana – Estas
enamorada de ella ¿verdad?
-
Si – Fue toda mi respuesta
-
Debí haberlo imaginado desde el día en tu oficina – Ahora fue ella quien suspiro – Tiene mucha suerte, se ha llevado consigo el corazón de una persona
realmente maravillosa.
-
Creo que la de la suerte soy yo, ella ha sufrido mucho por mi
culpa y aun así se ha mantenido a mi lado, aun sabiendo todo, aun bajo mis
condiciones, aun con mis limitaciones, pero por fin me he dado cuenta… - Gire mi vista hacia donde ella había estado.
-
Supongo entonces que definitivamente te he perdido – De sus labios salió una sonrisa melancólica, de sus ojos
gotas tibias empapando sus mejillas.
-
Sabes que siempre estaré para ti, cuando me necesites sabrás
que puedes encontrarme – Susurre limpiando sus lágrimas,
al tiempo que ella hacia lo mismo con las mías, unas que no supe en que momento
salieron.
-
Te lo agradezco – Nuestros ojos
nuevamente se encontraron, ya sin máscaras, ya sin ocultar nada; nuestro
aliento choco por última vez y nuestros labios se rozaron firmando con ello la
despedida, el punto final de esa fase en nuestras vidas donde nuestros caminos
se cruzaron como algo más que amigas. Un
último beso cargado de un pasado ya encarcelado en el baúl de las memorias que
muchos atesoramos y abierto a un futuro
incierto pero finalmente desligado de un amor no terminado. El último roce de
nuestros labios, con sabor agridulce: salado por lo amargo que se espera quede
olvidado y dulce por la historia que durante mucho tiempo, de la mano, juntas
trazaron. Un beso de despedida, cañón impulsor a una nueva vida.
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Dos mujeres con sus manos entrelazadas, sin inmutarse por las
miradas, siguiendo los caminos que llevan al centro de un viejo parque de
Paris. El cielo se encuentra despejado, el sol en lo alto y el viento trayendo
consigo una fresca brisa de verano. Ambas se sientan en aquella banca vieja,
olvidada, hasta cierto punto marginada, más para ellas tan apreciada.
Allí se conocieron una noche de invierno, de allí cada una
viajaba en cierto momento a sus encuentros. Allí, en esa banca, una confeso sus
sentimientos, la otra tomo decisiones que sellaron aquel presente y allí seria
el nuevo inicio de la familia Dupont-Soler, pues en esa misma banca donde años
atrás en una noche fría Sofía decidió que hacer y Jazmín no dejarse vencer, la última
pediría la mano de la mujer que huyo de su pasado, que quedo sin armas ante el
primer amor, para con el tiempo hundirse en un duro caparazón, ese que con mucho
esfuerzo la otra elimino para abrirse paso a una vida, que aunque con
tropiezos, estaría llena de amor.
Siempre se dice que el primer amor nunca se olvida, razón
tienen quienes la idea motivan. Ese amor que se vivió intenso, puro, inocente,
desbordante y hasta impaciente, siempre estará guardado en la memoria de quien
lo siente; estará presente en recuerdos que se acariciaran con afecto por
momentos; pero en ocasiones como esta, darán paso a el amor que nos mantendrá,
ya con la debida experiencia, por las mieles del día a día, hasta el fin de
nuestra vida.