Parece, por breves instantes, como si volviera a ser la chica de 16 temerosa del mundo pero con muchas ganas de salirlo a recorrer. Cuando tratas de ver hacia delante parece que aún falta mucho, pero regresando la mirada te das cuenta que sólo ha sido un suspiro. Todos los momentos vividos, las sonrisas, los abrazos, las… las añoranzas. Todo se resume a un extruido de recuerdos y memorias.
Empero, eso no es lo que me lleva a sentirme así tan… tan fuera de foco, sonriendo extrañada y hasta ironizada, con alguna que otra corta carcajada. No, definitivamente el paso del tiempo no es lo que me pone esa sonrisa medio desquiciada, sino aquel par de palabras que jamás pensé, en mí también podrían ser aplicadas.
Oh, curiosa la vida que hace graciosas jugadas.
No sé a ciencia cierta si deba explicación por cierta conducta medio inapropiada, pero ha pasado tanto desde aquello que creo, es mejor, siga enterrada. Lo importante es que perdoné lo que no había que perdonar, pero por lo que culpé a quien, quizá, no debía culpar.
Situaciones poco relacionadas que tuvieron medidas poco justificadas; sin embargo, siguen siendo tema aparte que no lleva el día de hoy a ninguna parte. Vuelvo a recordar la frase que me hizo ponerme a pensar…
“Relación tormentosa”, había dicho quien otrora fue causante de lo que soy ahora. No puedo mentir: lo escuche como en sueños, lejano, reiterativo… rotundo. Se me escapa otra risa, llega otro recuerdo.
Actualmente no soy santa de mi devoción, e imagino que la de nadie. Reconozco los límites transgredidos constante y sencillamente. Apruebo mis métodos y las consecuencias. Acojo lo que soy y busco no pensar demasiado en lo que fui. Siendo este último aspecto lo que considero me ha traído aquí con una pregunta que no sé si quiera respuesta conocer al fin.
Pero no deja de hacerme gracia la forma indirecta con la que hizo referencia, y es que hay que tener en cuenta que mi concepción dista mucho de esa. Empero no voy a entrar en asuntos en los que evito pensar, soy una ‘adulta’ inmadura, no se puede esperar más.
Más quiero saber que hizo que prorrumpiera esas palabras, que desde alguna perspectiva, parecen lastimeras, agraviantes y – he de admitir – sinceras. Mi facultad es negarme a la realidad, es mejor así, para que voy a mentir. Tengo las pistas en un ajedrez, aun cuando no las quiera voltear a ver.
¡Oh, mi alma tan perturbable y mis demonios tan indomables!
¡Oh, iras incontrolables, victimarias de asuntos tan variables!
¡Oh, imposibilidad para hablar con claridad, mis excusas son patéticas, en realidad!
¡Oh, vida… que al atisbo de la muerte a todos nos haces descarriar!
¡Oh, sueños perdidos que ocultas lo que no se puede mirar!
¡Oh, relaciones tortuosas, tormentosas y algo más!
¡Oh! Cómo cambian las cosas de una perspectiva a otra.