miércoles

De relaciones tormentosas

Me encuentro sola, en un lugar que lleno de cosas parece vacío. Miro al cielo nocturno: oscuro, frio, nostálgico y plagado de nubes. Hay una sonrisa en mis labios y uno que otro recuerdo de antaño. ¡Cómo pasan de rápido los años!

Parece, por breves instantes, como si volviera a ser la chica de 16 temerosa del mundo pero con muchas ganas de salirlo a recorrer. Cuando tratas de ver hacia delante parece que aún falta mucho, pero regresando la mirada te das cuenta que sólo ha sido un suspiro. Todos los momentos vividos, las sonrisas, los abrazos, las… las añoranzas. Todo se resume a un extruido de recuerdos y memorias.

Empero, eso no es lo que me lleva a sentirme así tan… tan fuera de foco, sonriendo extrañada y hasta ironizada, con alguna que otra corta carcajada. No, definitivamente el paso del tiempo no es lo que me pone esa sonrisa medio desquiciada, sino aquel par de palabras que jamás pensé, en mí también podrían ser aplicadas.

Oh, curiosa la vida que hace graciosas jugadas.

No sé a ciencia cierta si deba explicación por cierta conducta medio inapropiada, pero ha pasado tanto desde aquello que creo, es mejor, siga enterrada. Lo importante es que perdoné lo que no había que perdonar, pero por lo que culpé a quien, quizá, no debía culpar.

Situaciones poco relacionadas que tuvieron medidas poco justificadas; sin embargo, siguen siendo tema aparte que no lleva el día de hoy a ninguna parte. Vuelvo a recordar la frase que me hizo ponerme a pensar…

“Relación tormentosa”, había dicho quien otrora fue causante de lo que soy ahora. No puedo mentir: lo escuche como en sueños, lejano, reiterativo… rotundo. Se me escapa otra risa, llega otro recuerdo.

Actualmente no soy santa de mi devoción, e imagino que la de nadie. Reconozco los límites transgredidos constante y sencillamente. Apruebo mis métodos y las consecuencias. Acojo lo que soy y busco no pensar demasiado en lo que fui. Siendo este último aspecto lo que considero me ha traído aquí con una pregunta que no sé si quiera respuesta conocer al fin.

Pero no deja de hacerme gracia la forma indirecta con la que hizo referencia, y es que hay que tener en cuenta que mi concepción dista mucho de esa.  Empero no voy a entrar en asuntos en los que evito pensar, soy una ‘adulta’ inmadura, no se puede esperar más.

Más quiero saber que hizo que prorrumpiera esas palabras, que desde alguna perspectiva, parecen lastimeras, agraviantes y – he de admitir – sinceras. Mi facultad es negarme a la realidad, es mejor así, para que voy a mentir. Tengo las pistas en un ajedrez, aun cuando no las quiera voltear a ver.

¡Oh, mi alma tan perturbable y mis demonios tan indomables!
¡Oh, iras incontrolables, victimarias de asuntos tan variables!
¡Oh, imposibilidad para hablar con claridad, mis excusas son patéticas, en realidad!
¡Oh, vida… que al atisbo de la muerte a todos nos haces descarriar!
¡Oh, sueños perdidos que ocultas lo que no se puede mirar!
¡Oh, relaciones tortuosas, tormentosas y algo más!
¡Oh! Cómo cambian las cosas de una perspectiva a otra.

jueves

Duele el alma

Duele el alma, duele al disolverse y caer como líquido, duele al escabullirse quemando la piel y ahogando gritos.

Duele el alma, duele por el nudo atorado en la garganta, la presión en el estómago, al vacío que atraviesa pecho y espalda.

Duele el alma, duele por el torbellino y tormentas de pensamientos, recuerdos y tristezas; duele por la pena, esa que mata lentamente y sin cautela.

Duele el alma…. Duele tanto que no sé qué hacer con ella, que se deshace, se desmorona, se arrincona y poco a poco me abandona.

Duele el alma… Duele por la excusa y por la vida, por la rota despedida y por la careta caída. Duele el alma… ¡Cómo duele!

Duele… simplemente duele.

Duele el alma por un trauma, creado por besos de la nada, por mentiras y engaños, desamores y reclamos. Duele por la terquedad, el egoísmo y la necedad.

Duele el alma, duele en la sonrisa rota, en el camino que acongoja, en las heridas de las que no solo sangre brota.

Duele el alma… Sí, me duele ¡Ay, de la vida y el destino que les gusta ser muy crueles!...

Duele el alma, duele, por la falta de entendimiento, por el agua que se escapa entre los agujeros en silencio. Duele por la falta de perdón de tantas partes que pierdo la razón.

Duele el alma hecha pedazos, magullada, maltratada y humillada. Duele el alma y agota el cuerpo que no soporta ya su carga y quiere lanzarse hacia la nada.

Duele el alma pusilánime, duele el alma devastable, duele el alma poco confiable. Duele el alma… ¡Cómo duele! Que alguien me diga porqué solo duele y duele.

Duele el alma y solo duele….

Duele el alma ya cansada de que los pensamientos se eleven, duele el alma moribunda por tanto camino de penurias…

Duele el alma ¡Cómo duele!

Duele… Solo duele.